Este curso nos hemos animado a crear un blog de biblioteca. Intentaremos ir actualizando con nuestras actividades de animación lectora, experiencias, recomendaciones, novedades y cualquier aportación que profes y/o alumnos quieran hacer.
Y no hay mejor que comienzo David Fueyo, poeta, escritor y profesor del colegio en el curso 14-15, nos dedique unas palabras a un proyecto que él inició con su trabajo como coordinador de biblioteca.
Un oasis de papel dentro
de nuestro colegio.
Yo
no tuve la suerte que vosotros tenéis. Yo fui a un colegio triste y enorme, muy
frío, en el que siempre tenía los pies helados. En vuestro cole os sorprendéis
cuando digo que éramos más de mil alumnos, todos chicos, pero creedme, de
haberos conocido os hubiera envidiado por ser una familia bien avenida. También
por vuestra biblioteca, pero de ella hablaré un poco más adelante.
Allí,
en aquel colegio inmenso comencé a leer. Al principio la m con la a, luego la m
antes de p y b y más tarde llegaron los libros. Mis favoritos eran del Barco de
Vapor, al principio los blancos, luego los azules, los naranja… a día de hoy me
quedo con los azules, ideales para comenzar a viajar a otros lugares entre las
letras. En clase intercambiábamos libros al estilo de las novelas del oeste o
de Corín Tellado, dejas un libro y te llevas otro. Recuerdo haberme peleado por
“Cipi”, de la editorial Alfaguara. Cada vez que un libro caía en mis manos
volaba. Sigo haciéndolo. Lo de volar con los libros, lo de pelearme ya no,
jejeje.
Como
os decía, en aquel colegio frío e impersonal ir a la biblioteca era algo que se
hacía de vez en cuando. Tan de vez en cuando que a mi siempre me sabía a poco.
Aquella era una antigua sala que servía más bien para estudiar que para leer y
que apenas tenía fondo bibliográfico. Ningún dibujo dentro, tan solo unas
paredes de ladrillos y estantes marrones y grises. Recuerdo el sol de la tarde
atravesando las viejas cortinas. También “El superzorro”, de Roal Dahl, leído
íntegramente por primera vez entre aquellas paredes. Casualidad o causalidad,
ahora soy maestro y sobre esta mesa donde está mi ordenador hay otro ejemplar
de la misma obra. Creo que como bibliotecario quiero dar a los demás lo que yo
tuve que buscar por mi cuenta. Siempre recuerdo “El Principito” de la editorial
Salamandra y la impresión mágica que me proporcionó su primera lectura.
Casualmente es el último libro que he comprado, esta vez para regalar a una
persona a la que quiero manifestarle así, de una manera delicada, que le
agradezco algo y que le admiro. La habitación de Gala, mi hija de dos meses,
está decorada con el pequeño príncipe y su flor. Ella crecerá viendo ese
pequeño planeta de la historia de Saint-Exupéry. Lecturas que marcan una vida.
Y
digo que yo no he tenido la suerte que vosotros tenéis porque se que en el
Teodoro Cuesta contáis con una directora que devora libros y que cuida porque
su alumnado también lea. Tenéis una colección de libros que yo, ahora, en el
colegio donde este año me han destinado, envidio y deseo. Aquí me faltan
libros, pero no las ganas de hacer que las paredes de esta biblioteca, como ha
pasado con la vuestra, sean un lienzo en blanco, un billete para viajar a donde
nosotros queramos, una golosina para nuestra imaginación, un laboratorio para
conocer y desarrollar una serie de hábitos y normas necesarias para vuestra
futura condición de ciudadanos responsables. Tenemos tizas de colores y libros,
muchos libros. Poco a poco vamos sintiéndonos cómodos en nuestro pequeño oasis
de papel.
Y
es que guardo un cachito de vuestro colegio en mi corazón, y de esa biblioteca
también de la que ahora, aprovechando que nadie más que tú, sí, tú, me puede leer, puedo contarte varios secretos
si me prometes que no se los contarás a nadie, ¡si lo haces podrían quitarte
los tesoros de los que te voy a hablar!
Puedo
decirte que al fondo hacia la izquierda, arriba, si es que nadie lo ha cambiado
de sitio, hay un viejo ejemplar de “El principito” idéntico a aquel con el que
yo aprendí a volar. Si no me crees acércate a él, pero eso sí, pide que lo
bajen de la estantería, ya que está muy alta y ya sabes, ¡no te puedes subir a
las sillas, que te puedes caer!.
A
la entrada, a la izquierda, entre los libros de infantil, hay uno que tiene un
nombre muy “guarrete”, y hasta ahí puedo decir…
En
la estantería de 3º y 4º hay un montón de fábulas. Te recomiendo que las leas
todas. De cada una de ellas aprenderás el doble, una por leer (vas a aprender
ortografía, gramática, palabras nuevas) y otra por que al final nos van a dar
una enseñanza o moraleja. También, en la misma colección, vas a encontrar un
montón de cuentos clásicos, los de toda la vida. No se lo digáis a vuestra
directora, pero muchas veces cuando colocaba la biblioteca aprovechaba y me
leía uno de ellos, jijijiji…
En
una estantería, entre los libros ilustrados, está “Nadarín”, una preciosidad de
libro. Este verano me fui a una boda y en el salón había un montón de peces
dibujados, Seguí las paredes y pude reconocer la historia del pez pequeño que
se junta a sus amigos para enfrentarse al pez grande. Nadie de mis amigos de la
boda sabía la historia. Si leéis ese libro a vosotros no os pasará y podréis
contar ese bello cuento a vuestros amigos y amigas.
El
año pasado, antes de tener que irme, encargué un libro que se llama “El lagarto
soñador”. Hoy mismo he llamado a la editorial, y a un montón de librerías para
intentar conseguirlo para mis alumnos de 2º de Primaria, pero me han dicho que
ya no volverá a venderse más. Sois afortunados,
tenéis uno de los ejemplares más nuevos que existen, puede que el último
que se ha publicado, el último del último antes de que la fábrica cerrara, y
luego si lo lees… uff, ¡que suerte tenéis!, yo me he quedado sin mi ejemplar…
En
el mueble grande del fondo, a la derecha hay libros antiguos y raros, muy
raros, tanto que el año pasado hicimos una exposición de ellos, y aunque las
familias colaboraron mucho, en las estanterías de vuestra biblioteca descubrí
unos libros la mar de extraños…
En
fin, podría contaros muchas más cosas acerca de los muchísimos tesoros que
tenéis en vuestra biblioteca, pero creo que lo mejor es que los descubráis
vosotros y vosotras por vuestra cuenta. Se me olvidaba deciros que en aquel
colegio frío y enorme nos prohibían muchas cosas, pero nunca leer. Consiguieron
que la biblioteca fuera un espacio de libertad al que se iba a aprender y
disfrutar. Aprovechad vuestra biblioteca, buscad, siempre buscad el gran tesoro
que se esconde en ella, en cada una de las estanterías de cada una de nuestras
bibliotecas, nuestros pequeños oasis de papel.
David Fueyo